Cogiendo el metro por la mañana bien temprano pudimos experimentar en nuestras propias carnes la marabunta de hora punta en el metro de Tokyo, el ejercito de funcionarios japonenes no se detienen ante nada ni nadie a la hora de llegar puntuales al trabajo!
Una vez conseguida la misión de llegar a la estación de tren nos encontramos por primera vez con los famosos trenes bala, que podremos disfrutar prácticamente a diario una vez abandonado Tokyo en nuetra ruta.
Una vez llegamos a Nikko los templos nos esperan, visitamos un total de 7 aproximadamente.
Después de disfrutar de estas maravillas durante aproximadamente 4 horas, bajamos andando hasta el pueblo de Nikko dónde encontramos por casulaidad un mini restaurante de una abuelita japonesa muy entrañable que hace unos Yakisoba estupendos y tiene su pequeño local de 3 mesas totalmente forrado de targetas y dedicatorias de todos los guiris que hemos pasado por alli, muy barato y recomendable.
Por último a la vuelta a Tokyo, ya derrotamos de todo el día sin parar nos encontramos con las fiestas del barrio donde nos alojábamos, aunque nos dió tiempo a disfrutarlo hasta las 21:30h hora en que un guardia empieza a hablar por megafonía y la gente se dispersa como pequeñas hormigas sin rechistar...alucinante!
Arigatōgozaimasu!
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